La Madre de todas las Cervezas
La cerveza, de una forma u otra, ha sido un componente de la dieta humana durante 8.000 años. Seguramente hoy nadie reconocería como tales a las primeras cervezas, que fueron el azaroso fruto de la fermentación espontánea de quien pretendía hacer pan.
Detrás de ese maravilloso accidente, hoy es tan evidente como desconocido que se hallaba una mujer.
Hace casi 4000 años, la civilización sumeria ya adoraba a su propia deidad femenina de la cerveza, Ninkasi. Incluso existe un poema, el Himno a Ninkasi, que describe minuciosamente la elaboración de cerveza alrededor de 1800 A.C. Los sumerios consideraban la bebida como un regalo de los dioses enviada para promover la felicidad y el bienestar humanos.
Si queremos entender el nivel de afición de esta civilización por la cerveza diremos que la denominaban Kas, cuyo significado literal es “lo que la boca desea”. Ahí es nada.
La crucial tarea de elaboración de cerveza quedaba restringida a la mujer, puesto que sus conocimientos de los procesos orgánicos eran superiores a los del hombre, probablemente por su desempeño en la fabricación del pan, a la que la cerveza estuvo indisolublemente unida.
La mujer era la única protagonista y responsable de fabricar el pan líquido
Los cerveceros originales eran mujeres, las sacerdotisas de Ninkasi, y elaboraban cerveza regularmente en el hogar como parte de la preparación de las comidas. La cerveza se elaboraba con pan de cebada por lo que la fermentación y elaboración de cerveza siempre estuvo asociada con la repostería.
Además, la fuerte acogida popular que recibió la cerveza, convirtió a las mujeres en emprendedoras minoristas de su comercio, granjeándose una relevante posición que diferenciaba en la vida social a estas primeras maestras cerveceras.
Pero fue en Egipto cuando el consumo e importancia de la cerveza se disparó. Está acreditado que cerveza, pan y cebollas fueron la gasolina que, a modo de dieta diaria, permitió la construcción de las formidables pirámides. Hasta tan punto que buena parte de la nómina de esos desdichados obreros se abonaba en cerveza. En serio, los trabajadores de la meseta de Giza recibían raciones de cerveza tres veces al día.
El dominio femenino de la elaboración de cerveza se consolidó, en parte porque el mercado de la venta de cerveza se convierte en un negocio bien retribuido. Aparecen los primeros bares o casas de cerveza y los primeros emporios cerveceros. En general la cerveza era llamada zytum, mientras que el tipo más popular en Egipto era el Heqet (o Hecht), que era una cerveza aromatizada con miel.
Uno de los puestos importantes a los que se podía aspirar en la sociedad egipcia era el de “supervisar las cerveceras".
A muchos ya les gustaría en la actualidad un empleo equivalente...
Los egipcios creían que el gran dios Osiris enseñó a los seres humanos a elaborar cerveza, y encomendaron su fabricación las mujeres. Este reflejo místico de la femineidad se traslada a todo un universo de deidades cerveceras. Hathor era la diosa “inventora de la elaboración de la cerveza” o “la dueña de la embriaguez”. Mientras que la diosa egipcia de la cerveza era Tenenit (estrechamente asociada a Meskhenet, diosa del parto y protectora de la casa de nacimiento). Y Menqet se la conoce como “la diosa que hace cerveza”.
La elaboración del vino, por otro lado más minoritaria, quedaba relegada principalmente a los hombres, puesto que los paisanos de la antigua Mesopotamia y Egipto disfrutaban tanto de la cerveza que era un alimento básico en la dieta diaria. Pinturas, poemas y mitos representan tanto a los seres humanos como a sus dioses disfrutando de la cerveza, la cual se consumía con una pajita para filtrar los trozos de pan o las hierbas en la bebida. El brebaje era espeso, de la consistencia de las gachas modernas, y se cree que los sumerios o los babilonios inventaron la pajita, específicamente con el único propósito de poder disfrutar de la cerveza más cómodamente.
Ahora ya conoces el origen de la expresión 'tomar unas cañas'
Después, en las sociedades vikingas, la mujer era la responsable también de la elaboración cervecera. Con el tiempo, sin embargo, el influjo romano por favorecer su pujante industria vinícola en detrimento de la cervecera, calificada de bebida propia de los bárbaros del norte, vino a desconfigurar los roles ancestralmente forjados en la elaboración de la cerveza. Los monasterios cristianos, y sus sonrosados monjes, se hicieron cargo de las labores artesanas y la elaboración de cerveza se convirtió en una parte integral de la vida monástica.
En el siglo XI, como te contamos en este blog, la inefable super-monja benedictina Hildegard von Bingen, introdujo el uso de lúpulo para preservar el líquido y dar amargor, y revolucionando para siempre la elaboración de nuestra bebida y configurando definitivamente su receta tal y como hoy la conocemos.
Sin embargo, aunque se lo debemos todo a ellas, a medida que la cerveza fue incrementando su importancia como elemento fundamental de la economía, veremos como los hombres se hicieron cargo del negocio de su elaboración, como en tantas otras facetas de la historia, relegando tristemente a las mujeres a la producción de cerveza como una actividad casi doméstica. Elaborar cerveza en casa era una manera de obtener un poco de dinero extra de manera legítima, y fue especialmente útil para las mujeres viudas, ancianas o en circunstancias difíciles. Sin embargo, y al igual que en la antigua Sumeria, donde las mujeres eran también las cerveceras y taberneras, en el Reino Unido e Irlanda, en el período medieval y hasta el siglo XVII, las mujeres mantuvieron en su mayoría el monopolio de la elaboración de cerveza, y vendían la cerveza en el mismo lugar donde se fabricaba. Así, los términos brewess y brewster se utilizaron para describir a las mujeres cerveceras, quienes colgaban una escoba o un pequeño arbusto encima de la puerta, anunciando así cerveza fresca disponible para la venta.
En la actualidad son numerosas las mujeres que elaboran cervezas de una excepcional calidad, aunque en Estados Unidos, la meca del craft beer, un 29% de la plantilla de fábricas de cerveza artesana son mujeres, pero sólo un 4% de los puestos de brewmaster es ocupado por una mujer, según estudios de las Universidades de Auburn y Stanford. Actualmente durante los últimos años son cada vez más las mujeres que van recuperando ese histórico protagonismo, ahora impulsado en todo el mundo por entidades colaborativas como Pink Boots Society.
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